Nuestras mentes están cargadas de emociones, constantemente aspirando mejorar nuestra situación ya sea escolar, profesional o familiar. Nos empujamos a conseguir diferentes resultados realizando lo mismo. ¿Podemos obtener un resultado distinto utilizando la misma fórmula? ¿Qué sería de nuestro día si sacaramos unos minutos para aquietar nuestra mente? ¿Existen herramientas que nos puedan facilitar externamente este proceso?
En español no conseguimos una palabra para traducir el término Mindfulness descrito por Jon Kabat-Zinn. Muchos proponen conciencia plena o atención plena, aunque en mí experiencia la describiría como mente centrada. Enfocarnos en la actividad que estamos realizando para provocar en nuestro entorno el mejor de los resultados. ¿Cómo puedo otorgarle a mis alumnos una herramienta que les ayude a recordar externamente el proceso por el que pasa su mente?
Observe con detenimiento un día en la vida de mi pequeña hija, la persona más feliz, alegre y agradecida de mi mundo. Comencé a preguntarme ¿Cómo puedo ser más como ella? Para ella desde los tres meses su juguete y sonido preferido es la sacudida de una botella con una tercera parte de agua. Estoy convencida de que este sonido la transporta a sus días en mí vientre, en el lugar más lleno de amor, paz y confianza que ella ha estado. Me cuestioné: ¿Será que todos podemos remontarnos a esos días? Inspirada por esto, decidí realizar el proyecto de botellas sensoriales seguras para ella. El notar que con tan sólo cinco meses ella es capaz de disfrutar de las botellas sensoriales me motivó a introducirlas en las clases de violín con mis estudiantes más jóvenes. Para mí sorpresa, las botellas sensoriales han sido muy gratificantes para todos los alumnos, padres y acompañantes de ellos. Ver los rostros de alegría, tranquilidad y satisfacción me dejó saber que algo estaba bien. Desarrollamos botellas pequeñas, ⅔ partes de agua, con algún color y brillo, y ⅓ parte de aceite para bebé. Crearlas con ellos inspiró cierto grado de pertenencia, al sentirlo propio lograron identificarse más con el resultado, y al final, viendo que algo tan pequeño era motivo de alegría terminé regalándoles la que cada uno había hecho, si después de todo, hacerlas es tan sencillo.
A la siguiente semana los alumnos reconocieron que el utilizar la botella sensorial como método de práctica le ayudó grandemente, incluso a incrementar los días de práctica, y a hacerla más divertida. La botella funcionó como agente externo que debían utilizar en caso de sentir alguna frustración con determinado pasaje. Debían sacudirla si no les salía, y mientras mayor la frustración mayor la sacudida. La meta era recordar que así como el agua y el aceite se mezclan formando burbujas con la sacudida, nuestra mente hace exactamente lo mismo cuando el estrés, la frustración, el miedo, la preocupación o la inseguridad toman posesión de nuestros pensamientos, haciendo nublado nuestro camino hacia el éxito. De esta manera lograron enfocarse en un objeto, reconocer que la emoción negativa no permitiría lograr el resultado deseado, y dejar ir este agente de distracción para alcanzar la meta.